Un hecho inusual y sorprendente se vivió recientemente en el Pico de Orizaba, la montaña más alta de México con 5 mil 636 metros de altura, pues un excursionista que iba camino rumbo a la cima por segunda vez, se encontró con un perro en la nieve muy a gusto, a una distancia muy cercana a alcanzar la cumbre.
El montañista relató que, cerca de una hora antes de llegar al punto más alto, mientras descansaba del arduo trayecto junto a su compañero, un perro apareció de la nada, subiendo el glaciar cubierto de nieve como si fuera un reto menor.
«Se paró frente a mí, me dejó acariciarlo, y continuó su camino como si nada», comentó, impresionado por la facilidad con la que el animal avanzaba en un entorno tan desafiante.
Al llegar a la cumbre, el aventurero se encontró con una imagen aún más sorprendente: el perro descansaba tranquilamente en un hueco junto a la cruz, mientras el amanecer pintaba el horizonte.
«No sé qué hacía ese perro ahí, pero sé que su razón es la más noble que jamás haya visto», expresó, conmovido por la escena.
